Esclerosis Múltiple: El rol de la dieta y las intervenciones en la esclerosis múltiple: una revisión

El rol de la dieta y las intervenciones en la esclerosis múltiple: una revisión

The Role of Diet and Interventions on Multiple Sclerosis: A Review. 

Panagiotis Stoiloudis 1, et al.

 

Resumen

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune crónica del sistema nervioso central (SNC) caracterizada por inflamación y neurodegeneración. Algunos factores que afectan su patogenia son genéticos y/o ambientales, incluidos virus, tabaquismo, obesidad y nutrición. Existe evidencia de que la dieta puede influir en el inicio, el curso y la calidad de vida en la EM. La nutrición en la patogénesis de la EM,  y las intervenciones dietéticas muestran resultados beneficiosos prometedores con respecto a la actividad y progresión de la EM.

Se revisa la literatura actual sobre la asociación de la nutrición con la patogénesis de la EM y las intervenciones dietéticas que afectan su curso.

 

Mecanismos de la patología de la EM: el efecto de la dieta/factores nutricionales

 

Neurodegeneración

Se presenta en las primeras etapas de la enfermedad . En modelos experimentales, el estrés oxidativo conduce a disfunción mitocondrial. Factores antioxidantes pueden amortiguar el estrés oxidativo y ayudar contra la desmielinización crónica y el daño neuroaxonal. 

 

Estrés oxidativo

Está involucrado tanto en las formas de EM recurrente-remitente como en las progresivas. Citocinas inflamatorias, especies reactivas de oxígeno y fagocitos provocan daños en mielina y axones. Clínicamente, el curso de la EM se ha asociado con mediadores del estrés inflamatorio y oxidativo, incluidas citoquinas como IL-1β, IL-6, IL-17, TNF-α e INF-γ .

Los factores antioxidantes de la dieta pueden regular la activación de células inflamatorias, y pueden amortiguar el estrés oxidativo, previniendo desmielinización crónica y el daño axonal. 

Se han estudiado factores determinantes como la curcumina, vitamina D y ácidos grasos. 

La curcumina, inhibe citoquinas proinflamatorias y en modelos se demostró que reduce la gravedad clínica y disminuye la infiltración del SNC en ratones. 

La melatonina, se forma a partir del triptofano; sus fuente son carnes, pescados como salmón, huevos, leche, semillas, nueces, almendras y productos de soya. Regula sistemas defensivos antioxidantes al estimular la síntesis de superóxido dismutasa y glutatión peroxidasa, especialmente en pacientes con EMSP. 

La vitamina D juega un papel importante en inmunomodulación y reducción del estrés oxidativo. Los pacientes con EM presentan deficiencia de vitamina D. Estudios han demostrado que niveles bajos de vitamina D están asociados con mayor riesgo de desarrollo y recaída de EM. La suplementación con vitamina D tiene efectos antiinflamatorios e inmunomoduladores sobre mecanismos patogénicos de la EM al inhibir la producción de células T CD4+ y disminuye la progresión de la enfermedad. 

La vitamina A incluye retinoides y carotenoides, disponibles en el hígado, leche, queso, hojas verdes, aceite, las verduras y frutas. Se encontró una correlación negativa entre el desarrollo de EM y niveles bajos de vitamina A. Un ensayo controlado aleatorizado mostró beneficios en fatiga, depresión y estado cognitivo de pacientes con EM suplementados con altas dosis de vitamina A (400 UI/día).

Los ácidos grasos, especialmente poliinsaturados omega-3 (PUFA), son compuestos antioxidantes asociados con la mejora de la neurodegeneración en EM. La ingesta de PUFA a través del pescado, nueces y semillas parece estar asociada con efectos protectores contra desmielinización. En modelos animales reducen la inflamación, mantienen inmunomodulación y promueven neuroprotección y remielinización. Resultados de metanálisis sugieren que los PUFA pueden reducir frecuencia de recaídas, pero no son efectivos contra la progresión. En humanos, una dieta baja en grasas suplementada con PUFA se asoció con niveles más bajos de discapacidad evaluados por EDSS.

Entre los PUFA, el ácido α-linolénico (ALA) se asocia con baja incidencia de EM. Puede contribuir a la vía inmunitaria al disminuir marcadores de inflamación. Los ácidos eicosapentaenoico (EPA) y docosahexaenoico (DHA) desempeñan un papel en la disminución de los niveles de MMP-9 en pacientes con EM. La suplementación con ácidos grasos omega-3 da como resultado disminución de citoquinas proinflamatorias, los radicales libres y, mejora la calidad de vida de pacientes con EM al disminuir las tasas de recaída.

Los polifenoles, que incluyen verduras, frutas, vino y té,  conducen a modulación de la respuesta inmunitaria y afectan la expresión de genes que codifican proteínas favorables a la supervivencia, incluidas las antioxidantes. Pueden mejorar la supervivencia neuronal. Los estudios se han centrado particularmente en polifenoles como el resveratrol y el ginkgo biloba. En estudios animales, éstos parecen promover protección contra el estrés oxidativo, protegiendo también contra la desmielinización y la lesión axonal.

Ensayos clínicos aleatorios parecen confirmar la eficacia de algunos de los compuestos discutidos, como melatonina, vitamina D3, ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y compuestos polifenólicos.

 

Mitocondrias: producción de energía

La lesión mitocondrial o la acumulación de hierro en el cerebro también aumenta en la fase progresiva de las enfermedades. En EM, los cambios estructurales mitocondriales y la actividad enzimática aumentan la producción de ROS y causan daño oxidativo. Se informó que la curcumina juega un papel importante contra radicales libres, al unir metales de transición y formar complejos inactivos estables, especialmente con iones ferrosos, protege contra la neurodegeneración.

 

Respuestas del sistema inmunitario (innatas y adaptativas): factores de activación del sistema inmunitario

 

Los ácidos grasos saturados «trans» y lipopolisacáridos (LPS) pueden regular al alza la actividad de compuestos proinflamatorios, promoviendo inflamación; por otro lado, la restricción calórica, los polifenoles y los AGPI Ω-3 ejercerían el efecto contrario.

 

Dieta Proinflamatoria

Estudios recientes han destacado el papel de dietas proinflamatorias en la patogenia de la EM. La dieta puede inducir la producción de factores inflamatorios como el factor de necrosis tumoral, interleucinas, MMP9, prostaglandinas y leucotrienos, lo que provoca inflamación y estrés oxidativo.

 

Swank et al. informaron efectos adversos de ácidos grasos saturados (SFA) en el curso de la EM. La alta ingesta de SFA conduce a disbiosis de la microbiota intestinal. El consumo de aceites vegetales, enriquecidos con ácidos grasos trans, está asociado con inflamación intestinal y la regulación positiva de células proinflamatorias. La carne roja conduce a formación de compuestos nitrosos que aumentan la inflamación crónica. Un alto consumo de bebidas azucaradas y cereales refinados conduce a producción de insulina, que, de esta forma, es responsable de la regulación positiva de síntesis y producción de ácido araquidónico. El alto consumo de sal puede inducir la producción de células Th17 y citocinas proinflamatorias. Las proteínas contenidas en la leche de vaca pueden desempeñar un papel en los mecanismos de patogenia de la EM. En particular, la butirofilina puede inducir la EAE mediante mecanismos de mimetismo molecular con la glicoproteína de oligodendrocitos de mielina.

 

Eje cerebro-intestino y EM

 

Microbiota intestinal

Estudios sobre modelos experimentales de EM muestran posible asociación de la microbiota intestinal con la gravedad de la enfermedad. Estudios metagenómicos demostraron desequilibrio microbiano en pacientes con EM, lo que vincularía la disbiosis con posible patogénesis de EM. La modificación nutricional con potencial para modular la microbiota comensal se ha defendido como estrategia que puede afectar el desarrollo de la enfermedad y/o alterar el curso de la misma.

 

La microbiota intestinal está asociada con homeostasis y el desarrollo del SNC y también con enfermedades neuroinmunológicas y neurodegenerativa. La dieta constituye un factor principal que determina la síntesis y el metabolismo de la microbiota intestinal. 

Los ácidos grasos de cadena corta (SCFA) como el butirato, derivados de microbiota intestinal, promueven procesos antiinflamatorios al producir citocinas e inhibir la conexión de leucocitos con el epitelio. El consumo de dieta rica en fibra puede aumentar la producción de butirato, que conduce a mejores resultados en pacientes con trastornos del SNC. 

Una dieta enriquecida con vegetales, alta cantidad de fibra combinada con probióticos, suplementos de vitamina D, vitamina A y ácido lipoico, resulta en eubiosis intestinal. Esto conduce a aumento de la diversidad microbiana y de mediadores antiinflamatorios asociados a microbios, como los ácidos grasos de cadena corta (AGCC). 

 

Comorbilidades en EM como factor independiente de la patología: efecto de la dieta y la nutrición

 

Se informó que la comorbilidad vascular está asociada con mayor riesgo de hospitalización en pacientes con EM. De éstos, la hiperlipidemia y la obesidad son las comorbilidades más comunes entre los pacientes con EM.

 

Hiperlipidemia

La hiperlipidemia es una comorbilidad común entre pacientes con EM. El mecanismo por el cual afecta la EM es actualmente inexplicable.

Una dieta rica en grasas promueve neuroinflamación. El colesterol y sus componentes están asociados con efectos adversos de la enfermedad en pacientes con EM. El colesterol y sus moléculas podrían ser marcadores de la actividad de EM, marcadores de eficacia del tratamiento o posibles dianas terapéuticas. Los ácidos grasos no solo están asociados con la neuroinflamación, sino con neurodegeneración, lo que afecta la progresión de la EM. Swank et al. informaron que la baja ingesta de grasas saturadas se asoció con menor tasa de discapacidad y mortalidad.

 

Obesidad y aumento del IMC

Los pacientes con EM a menudo consumen dieta baja en carbohidratos y alta en lípidos asociada con obesidad abdominal y un índice de masa corporal (IMC) más alto. Esto conduce a estado proinflamatorio que aumenta niveles de interleucina 6 (IL-6), TNF-alfa y leptina; factores asociados con la patogénesis de EM. La obesidad y la EM pueden provocar una liberación alterada de adipoquinas en la circulación. Esto activa vías inflamatorias y aumenta la infiltración de células inmunitarias en SNC. El aumento de citocinas proinflamatorias en EM libera adipocinas proinflamatorias creando un circuito de retroalimentación. Desde el punto de vista fisiopatológico, la obesidad afecta la EM al promover inflamación crónica, alterar el sistema endocrino al alterar la secreción de adipocinas e influir en la microbiota intestinal. El IMC se ve afectado por ingesta de proteínas y lípidos, así como por ingesta de carbohidratos. En pacientes con EM, la ingesta de lípidos y proteínas favorece la obesidad abdominal y aumenta el IMC.

En pacientes con EM, se ha encontrado que la expresión de receptores de leptina es significativamente mayor en la fase de recaída que la observada en remisión. La restricción calórica puede reducir la inflamación, la desmielinización y la lesión axonal. La adiponectina(APN) es otra adipocina antiinflamatoria en células del sistema inmunitario. En pacientes con EM, los niveles séricos de APN son más bajos que los de controles sanos, y se asocian con riesgo de aparición temprana de EM, especialmente en mujeres, y mayor discapacidad y progresión, predicha por una puntuación EDSS más alta .

 

Patrones dietéticos: intervenciones y efectos sobre EM

Varios estudios han proporcionado indicaciones sobre el papel potencial de la dieta en el curso de la EM. Entre las intervenciones dietéticas se encuentran las dietas mediterránea, Swank, McDougall y de restricción calórica.

 

Dieta mediterránea

Consiste en un alto consumo de frutas, verduras y cereales integrales, incluido aceite de oliva como fuente principal por su efecto antiinflamatoio. Incluye cantidad moderada de pescado y lácteos  y un bajo consumo de carnes rojas. La dieta mediterránea reduce marcadores inflamatorios, regula factores predisponentes de patología vascular en el contexto de varios trastornos autoinmunes y regula la microbiota intestinal. Se ha

sugerido que la dieta mediterránea se asocia con bajo riesgo de aparición de EM.

 

Dieta paleolítica

Se caracteriza por consumo de vegetales de hojas verdes, proteínas vegetales, soya y nueces excluyendo consumo de lácteos y alimentos procesados. Los estudios indican que mejora la fatiga en pacientes con EM.

 

Dieta ostentosa

La dieta Swank se basa en ingesta limitada de grasas saturadas. Recomienda mayor ingesta de frutas, verduras y aceite. Los pacientes con EM que siguieron diet, exhibieron menor riesgo de recaída, progresión de la enfermedad y mortalidad reducida. La reducción del consumo de grasas puede estar relacionada con la protección contra inflamación y desmielinización.

 

Dieta McDougall

La principal fuente calórica de la dieta McDougall son los carbohidratos vegetales. Además, el aceite de oliva y los productos animales, incluidos huevos y productos lácteos, no son preferidos ni están restringidos. Hubo asociación con menor fatiga en el grupo de pacientes con EM que siguieron la dieta. No hubo un efecto significativo sobre la tasa de recaídas, la actividad de la RM y la discapacidad.

 

Dieta Hiperbólica-Restricción Calórica

Una mayor cantidad de calorías está asociada con inflamación. Se ha sugerido la restricción calórica para reducir el riesgo de inflamación postprandial. Resultados revelaron reducción del estrés oxidativo en pacientes con tipos de EM recidivante y progresiva. Se están realizando ensayos en términos de ayuno intermitente, ya que parecería regular la inflamación y proteger contra el daño oxidativo y la progresión de la EM en modelos experimentales.

 

Dieta Cetogénica

La dieta cetogénica es baja en carbohidratos y alta en grasas, las cetonas liberadas en la circulación sanguínea pueden ejercer efectos antiinflamatorios. Ensayos en pacientes con EM revelaron posible mejora en calidad de vida, fatiga y depresión, aunque podrían surgir deficiencia de vitaminas, pérdida de peso y síntomas gastrointestinales.

 

Dieta libre de gluten

Pocas intervenciones sin gluten mostraron mejora en la EDSS, la actividad de la lesión, la fatiga y la calidad de vida.

 

Conclusiones

Aunque una dieta balanceada que incluya gran cantidad de frutas, verduras y poca grasa puede no reemplazar a los DMT en el control de la actividad de la EM, puede tener valor agregado en un manejo más eficiente de la enfermedad. Estos factores pueden afectar la función de la microbiota intestinal, la actividad enzimática y los factores de riesgo de patología vascular en pacientes con EM. Los estudios clínicos y experimentales brindan evidencia indirecta de que una dieta balanceada en combinación con un estilo de vida saludable en general está relacionada con una mejora en varios parámetros clínicos, así como en las mediciones de la calidad de vida de los pacientes con EM.

Nutrients. 2022 Mar 9;14(6):1150. doi: 10.3390/nu14061150. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35334810